REVITALIZANDO EL CAMPO COLOMBIANO CON UNA GRANJA FAMILIAR SOSTENIBLE Y ECONÓMICAMENTE RENTABLE
La agricultura moderna y la globalización han abierto la puerta para una posible solución a los problemas que conlleva la alimentación de un mundo sobrepoblado y la creciente urbanización y en consecuencia abandono del campo en el mundo. Sin temor a equivocarme, estoy convencido de que aun cultivamos suficiente comida para los mas de 7.000 personas que habitamos el planeta.
Simplemente cuestiones ajenas a la agricultura como la logística, transporte, intereses económicos y políticos y demás factores no permiten que todas las personas tengan acceso fácil y económico a ese alimento. Por todo el mundo pequeños y medianos productores prefieren dejar su cosecha al sol y la lluvia hasta su pudrición por el hecho de que no les sale rentable sacarla de la tierra y ponerla en la mesa de los consumidores.
Un evidente problema encontramos allí en este esquema. ¿Cómo es posible que el sistema esté diseñado de tal forma que las personas que producen alimentos no pueden alcanzar su objetivo de llegar a personas que necesitan de ese alimento para sobrevivir?
Si bien el alimento se produce y en teoría debería llegar a cualquier persona en el mundo, esto puede que no sea así siempre. Para el año 2050 se estima que la población mundial alcanzará los 9 billones de personas para comenzar a estabilizarse alrededor de los 10 billones en 2100.
A partir de ahí la humanidad experimentaría una estabilidad en términos demográficos que le permita garantizar la supervivencia como especie habiendo alcanzado un límite en la relación que hay entre el total de población y los recursos disponibles (incluyendo la producción de alimento).
Si la población después de eso sigue creciendo de forma exponencial podría verse arriesgado el futuro de la humanidad y enfrentaríamos graves problemas como consecuencia de la falta de alimento y recursos. Por este motivo debemos enfrentar y afrontar el asunto como propio, pues nos concierne a todos.
Una solución a escala global sería entregar el destino de la humanidad a gobiernos, multinacionales y compañías gigantes que se encarguen de alimentar el mundo. Pero esto como ya sucede, genera problemas con monopolios, cartelización de los precios y en últimas no es conveniente hacerlo puesto que muy pocos se verán beneficiados.
Nosotros en la granja proponemos una solución que debería, mediante impulsos económicos provenientes de programas nacionales, apoyos privados que sean viables y que no desangren al pequeño productor y mediante programas de educación y conciencia, estar al alcance de cualquiera que lo desee llevar a cabo.
Por supuesto, en la granja familiar, también debe haber un vuelco hacia la autosuficiencia, la soberanía alimentaria y al ser autodidactas.
La granja familiar sostenible en el tiempo y económicamente rentable se basa en el principio de poner a producir la tierra. Con producir no me refiero a explotar ecosistemas ni agotar suelos con ganadería intensiva o monocultivos de miles de hectáreas.
Con ayuda de la tecnología y prácticas tradicionales es posible llevar a cabo un eficiente programa de revitalización del campo por medio de proyectos a pequeña y mediana escala y que puedan ser mantenidos y administrados por núcleos familiares.
Esto agregaría valor al trabajo del campesino, permitiría rentabilizar la producción de la granja, ayudaría a mantener vigentes prácticas ancestrales, contribuiría a la formación de comunidades altamente productivas, con fuerte arraigo e identidad, estimularía la autosuficiencia y la cultura del “hágalo usted mismo”, dignificaría profesiones y quehaceres, permitiría la comunicación y unión de las comunidades para fortalecer sus posiciones frente a mercados nacionales e internacionales y un sin fin más de ventajas.
Por distintos motivos, gran parte de la tierra apta para cultivos no se utiliza o se desgasta con técnicas agrícolas y pecuarias agresivas como los monocultivos, la ganadería intensiva, la sobreutilización de productos químicos para el mantenimiento de cultivos, etc. En muchas ocasiones simplemente no es rentable ni motivante poner a producir ni una carga de maíz puesto que las condiciones para el productor son más que desfavorables.
Por ende comunidades enteras migran de actividad económica, y con la llegada de actividades como los monocultivos, la minería ilegal y otras, dejan de lado la producción autosuficiente en la granja y convierten grandes extensiones de tierra en lotes vacíos y se convierten en agentes de mero consumo que luchan por sobrevivir mientras enriquecen al narco, a la multinacional o como mucho al vecino “suertudo” que encontró carbón en su finca y tiene una mina ilegal artesanal y no ofrece mayor protección ni garantías de trabajo.
La inversión está en una granja familiar sostenible en el tiempo y económicamente rentable que conste de huertos, animales de corral, un biodigestor, energías renovables, pozo profundo, acceso al mundo y al conocimiento conectando al campo a la red y uno o varios proyectos productivos rentables que incentiven el consumo local por encima de lo importado, contribuyan al desarrollo del país al lograr juntar comunidades y fortalecer sus producciones, y que todo junto forme una sólida estructura donde las necesidades de unas partes las cubran otras partes y donde el desperdicio de energía sea mínimo.
Por nuestra parte ponemos en práctica esta idea. Por más rudo y fangoso que se ponga el camino, seguiremos con esta idea de mantener una granja familiar sostenible en el tiempo y económicamente rentable, con la idea de aprender y crecer día a día como personas y como miembros del cosmos.
Y por supuesto, con la idea de poder llevar una vida tranquila, alegre y estable económicamente, rodeada de animales y plantas, hongos e insectos y personas bellas que contribuyan y nos inviten a mejorar. Además de esto, un deseo nuestro es poder demostrar cómo las zonas rurales de nuestro país esconden un potencial enorme, siendo posible vivir de ellas y no solo sobrevivir en ellas.
Soberanía alimentaria desde casa
4 Comments
Excelente exposición, motivadora y reveladora.
He tenido desde hace algún tiempo la idea de migrar al campo con la intención de llevar una vida menos agitada, mas segura y sana.
Después de esta corta lectura estoy seguro que así lo hare!.
Nunca es tarde cuando se siente que ha llegado el momento.
Gracias por leernos Héctor! Me pone feliz que el texto te ayude a tomar la decisión, también creo que ahora mismo es el momento. No te pierdas las otras entradas sobre nuestra vida en el campo donde te vas a motivar más y más.
Buenas tardes, Juan Pablo
Me parece espectacular todo lo que habéis hecho y todas vuestros proyectos.
En alguna de las entradas del blog leí que teníais un bosque de acacias, que habéis ido controlando. Me gustaría saber cómo lo hicísteis. Nosotros tenemos un terreno a unos 15 km del Mediterraneo en un collado a unos 700 m de altura sobre el nivel del mar. Lo tenemos desde hace unos años y hemos dejado que el bosque mediterraneo autóctono lo ocupara, pero cuando lo compramos había un bosque de mimosas de las que no hemos sido capaces de librarnos. En tiempos remotos los antiguos propietarios de terrenos estaban encantados con las flores de estos arbolitos. El problema es que lo que en su día era un arbolito muy vistoso, se ha convertido en una plaga incontrolable.
Si se os ocurre alguna forma de controlarlo, estaremos encantados de escuchar vuestras propuestas.
Gracias y salud-os,
Yolanda
Hola Yolanda, gracias por tus palabras 🙂 Es verdad que las acacias son un dolor de cabeza pues se reproducen locamente a partir de semilla como por las raices, así que cortar un árbol de acacia es como cortarse el cabello, solo estimula su crecimiento.
Mira la mejor manera que hemos encontrado para controlarla es pelando la corteza de los árboles más grandes, estos se secan y con ellos se van gran parte de los tallos pequeños que crecen alrededor. Posteriormente a cortarlos dejamos que crezca hierba y pasto alrededor, las cuales efectivamente logran con el tiempo que dejen de crecer las acacias.
Es un proceso que nos toca repetir al menos 2 o 3 veces al año porque crecen muy rápido y muy fácil.
Esto viene acompañado de la siembra de flora y árboles nativos que ayudan con el proceso de restauración del suelo.
Sin embargo no las quitamos todas porque como tú dices las flores son hermosas y hemos notado que el bosque que crece abajo de ellas es muy vivo (orquídeas, helechos, quiches, suculentas, etc.), además de ser una leguminosa que en definitiva nitrogena el suelo y lo mantiene vivo.
Ahora, si quieres utilizar métodos agresivos puedes perforar los tocones de los árboles y rellenarlos con glifosato; nunca lo hemos hecho pero nos han dicho que funciona.